En los supermercados o en internet encontramos sistemas de alarma para el hogar provistos de central, sensores, marcador y sirena por pocas decenas de euros. En lugar de invertir en sistemas de seguridad mecánicos, ¿no sería más fácil confiar en una de estas alarmas electrónicas?
La duda es fundada y la respuesta es doble. Por una parte, los sistemas de protección electrónicos y mecánicos tienen funciones diferentes, por lo que el uno no sustituye al otro, sino que se complementan entre sí. Por la otra, no puede pensar en comprar e instalar un sistema de alarma electrónico verdaderamente eficaz a un precio muy bajo.
Se debe pensar tanto a cuando se está fuera de casa como a cuando se está dentro
Una alarma programada para proteger los bienes cuando se está fuera de casa es diferente de una pensada para proteger, además de los bienes, también a las personas que están en casa.
Si simplemente se desea proteger los bienes cuando está fuera, el sistema puede estar formado solo por sensores que “vigilen” las habitaciones en las que se guardan los objetos más valiosos (a menudo solo la habitación donde están las joyas y el dinero en efectivo) y por diferentes sirenas para ahuyentar a los posibles ladrones.
Sin embargo, si el requisito es proteger también (¡y especialmente!) las personas que se encuentran en el hogar, la situación se invierte. En este caso, el sistema debe estar formado por muchos sensores que vigilen todos los accesos posibles, empezando por los más alejados a fin de que se activen dejando un margen de tiempo. También se necesita un sistema que pueda alertar a los ocupantes en tiempo real, más que asustar al intruso, sobre todo si ya ha entrado. Un ladrón asustado puede volverse peligroso, y la situación podría degenerar y comportar consecuencias más graves que un robo.
Las alarmas electrónicas no sustituyen a las protecciones mecánicas
Para quien está dentro de la casa la mejor protección es una alarma mecánica, ya que ralentiza la intrusión intentando impedirla físicamente. Además, para manipular los sistemas mecánicos, normalmente se hace ruido, que puede ser por sí mismo suficiente para alertar a los ocupantes.
La solución más eficaz viene dada por un sistema de alarma electrónico que alerte de los intentos de intrusión en tiempo real, combinado con un sistema de protección mecánico que ralentice la entrada de los intrusos, para que los ocupantes puedan darse cuenta de lo que sucede y tomen las medidas necesarias.
Demasiadas alarmas son arriesgadas
Tener una alarma que suena demasiado a menudo, y cuando no debe, es más perjudicial que no tener ninguna, como nos enseña el cuento del pastorcillo Pedro que no cesa de gritar “¡que viene el lobo! ¡que viene el lobo!” hasta que nadie le vuelve a creer. Un sistema que genera repetidas falsas alarmas pronto se convierte en poco creíble, y termina por ser ignorado o incluso desactivado. En este caso hubiera sido mejor no haber instalado ninguna alarma: ¡el resultado es el mismo, pero con menos esfuerzo!
Por tanto, un buen sistema de alarma debe diseñarse y fabricarse de manera estratégica, no solo para que se active cuando es necesario, sino también para que no se active cuando no debe.
Conclusiones
Los sistemas de alarma son soluciones complejas que requieren un diseño atento, una selección cuidadosa de los dispositivos y una instalación precisa. En el próximo artículo veremos qué características hay que buscar en los diferentes componentes de un típico sistema de alarma.
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Muy buena información para escoger las alarmas más útiles para nuestras necesidades.