Cuando se habla de cerraduras hay que tener en cuenta que las hay de muchos tipos. Baste pensar que las cerraduras, en función del tipo de instalación -en la puerta o en el interior de la misma- pueden ser de sobreponer o de embutir; según el número de elementos de cierre pueden tener uno o más pestillos, uno o más cerrojos o estos dos elementos a la vez; dependiendo de la forma y del tipo de movimiento de cierre, el cerrojo a su vez puede ser rotatorio o de gancho basculante; en función del tipo de accionamiento las cerraduras pueden ser manuales, eléctricas o electrónicas, etc.
Cada tipo es adecuado para un uso específico y por esto debe elegirse con cuidado.
¿Cuándo es aconsejable instalar una “cerradura de rodillo”?
Cerraduras de sobreponer frente a cerraduras de embutir
Las cerraduras de sobreponer, como ya indicamos en un artículo anterior, se diferencian en función del lado de la puerta en el que se van a montar. Mirando la puerta desde el lado opuesto al que se monta la cerradura, si las bisagras están a la derecha la puerta convencionalmente se define como derecha. En este caso es necesario montar una cerradura en versión derecha. Viceversa, si las bisagras están a la izquierda, la puerta es izquierda y la cerradura deberá ser en versión izquierda.
En cambio, no existe un sentido de colocación para las cerraduras de embutir, dado que se instalan dentro de la puerta. Sin embargo, durante la instalación se debe prestar atención a la inclinación del pestillo, ya que cuando la puerta se cierra debe introducirse en la contraplaca situada en el marco de la puerta. Por esta razón es importante que el pestillo de las cerraduras de embutir sea reversible con una simple operación, para adaptarse mejor tanto a las puertas que se abren tirando de las mismas como a las que se abren empujando.
La función del rodillo
La elección de instalar una cerradura de rodillo está dictada por la necesidad de tener una puerta con doble sentido de apertura con empuje.
Por lo tanto, la función del rodillo es facilitar la apertura de la puerta en los dos sentidos, bajo el empuje recibido ya sea desde el exterior o desde el interior de la puerta, en los dos extremos (aletas) de la contraplaca sin que nunca se bloquee. En cambio el pestillo, una vez cerrada la puerta, necesita una manilla para ser retirado y permitir que la puerta se pueda volver a abrir.
Para permitir que la puerta se abra en las dos direcciones, el saliente del rodillo respecto a la placa de la cerradura debe ajustarse durante el montaje de manera que, en función de cómo se ha montado la puerta, la distancia de la contraplaca sea la adecuada para el funcionamiento del mecanismo.
Si la puerta y el marco y, por consiguiente, la placa de la cerradura y la contraplaca estuvieran demasiado cerca, el rodillo debe ser enroscado para que se retire hacia la placa. Por el contrario, si estuvieran demasiado alejadas, el rodillo debe ser desenroscado para que se acerca a la contraplaca.
Si elegimos instalar una cerradura de rodillo en vez de una de pestillo, también hay que recordar que este tipo de mecanismo no dispone de la manilla (dado que no hay un pestillo que deba ser retirado) y que para cerrar la puerta es necesario utilizar el cerrojo, el cual sobresale en función de las vueltas que damos al cilindro montado en la cerradura y, al introducirse en la ranura de la contraplaca, impide que la puerta se abra.
Conclusiones
Como ya hemos especificado al principio del artículo, la elección de la cerradura siempre está en función del uso que se vaya a hacer. Difícilmente elegiremos instalar una cerradura de rodillo en un ambiente privado, especialmente en un entorno donde estén presentes bienes que deban protegerse con seguridad. Es más probable que un mecanismo de este tipo se elija para una oficina o un local público, por ejemplo para las puertas de acceso a pasillos y/o a locales de servicio, a fin de facilitar la entrada y salida de los empleados. Más en general, este tipo es apropiado para aquellas situaciones en las que la comodidad de la apertura en las dos direcciones de empuje sea funcional al contexto.